Nuestra Historia en el Restaurante Martín Berasategui, Parte 1




Estas últimas vacaciones decidimos tirar la casa por la ventana e ir a comer al Restaurante de Martín Berasategui.
Euskadi nos fascina, tanto por la belleza de sus paisajes, como por la variedad y nivel de su gastronomía. No estoy diciendo nada nuevo con esto, pero dicen que uno de los mejores restaurantes del mundo se encuentra en Lasarte.
No teníamos planeado ir, pero una tarde mi pareja me dice:
_Oye, ¿aquí no estaba el restaurante de Martín Berasategui?
Y por probar, llamamos pensando que casi se iban a reír de nosotros por preguntar si había alguna mesa libre para dos días después. Nuestra sorpresa fue que nos dijeron que sí, que teníamos una mesa no para el día que nos iba bien, pero si cambiábamos planes podíamos encajarlo. Antes de colgar, nos pidieron el número de la tarjeta de crédito.
_Mal empezamos…_ Pensé….
Sabemos que no es un sitio con unos precios populares, ni mucho menos, y esto nos asustó todavía más. Lógicamente preguntamos el por qué, y nos dijeron que si en las últimas 24 horas previas a la reserva no decíamos nada, y luego no nos presentamos, nos cobrarían 100 euros. Nos miramos y pensamos; como tenemos dos días, reservamos, y nos lo pensamos esa misma tarde.
Así que miramos la página para ver los precios y opciones. Y sí, la cosa se disparaba, al menos para nuestros bolsillos. Y además sin tenerlo planeado. Pero las vacaciones es lo que tienen. O el calor… O las ganas que teníamos de por fin visitar un restaurante con ese renombre, y pensamos:
_»Esto no lo olvidaremos nunca…»
En la entrada nos esperaban, con su traje y sus palabras justas, a parte de tres personas en un par de ordenadores para verificar nuestra mesa, unas amabilísimas personas que nos acompañaron a la mesa e incluso nos colocaron la silla, dos veces. ¿Sabéis esa segunda vez que te recolocas para ajustarte bien a la mesa? Pues también nos asistieron ahí.
Decidimos pedir el menú degustación. Mi pareja comentó que las ostras no eran lo suyo, y sin ningún problema se las cambiaron por unas cocochas de merluza, receta de la madre del señor Berasategui.
Para el vino, la ‘sommelier’, nos enseñó una carta con la cual nos volvimos a asustar, ya que éste no estaba incluído en los más de 200€ que cuesta cada menú.
Al lado de cada vino, había un número, que tuvimos que preguntar si era el precio. No era la página para encontrar la definición. Así que volvimos a mirarnos fijamente y dijimos.
_Vacaciones, ¿no?
Ese «no» era ‘muy’ de duda, ya que el número que le correspondía era un 75.
Nos lanzamos a probar un vino de las bodegas Attis, y no sé como serían los demás, pero la verdad es que no habíamos probado un vino así nunca. Pero eso lo comento en la segunda parte junto con la comida.
Nos sentíamos algo incómodos al principio, ya que tanta atención y tanta «elegancia» en todas las formas, no era lo que esperábamos. Viendo a Martín, permíteme que te tutee y te llame por tu nombre, en televisión nos hacíamos una idea que el restaurante no sería tan, tan así… Le comenté a mi pareja que habíamos venido a jugar y a disfrutar de todo eso, que era absurdo incomodarnos y que esto no pasa todos los días.
Nos sorprendió que el restaurante no fuera más llano, natural, al menos en un principio…
No os voy a contar que nuestro hijo empezó a llorar y que me caía la gota de sudor intentando calmarlo y dándole de comer una papilla la cual esparció por todas partes.
Para sumar más drama al asunto, cuando mi compañera pidió ir al lavabo, la acompañaron hasta la puerta. La esperaron allí hasta que salió, después de quedarse con todos los detalles del impresionante ‘cuarto de baño’. La acompañaron a la mesa de nuevo y la volvieron a acomodar, las dos veces. Sus palabras fueron:
_ Me da cosa tener que volver al lavabo después…
Y entonces fue cuando de verdad tuvimos que parar el tiempo e intentar relajarnos un poco.
Y empezaron a llegar los platos…
Joder!! Si si he dicho joder,no sabía que este muchacho se expresara escribiendo tan bién,me ha enganchado a seguir leyendo, me ha hecho vivirlo como si fuera yo el comensal.